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El espíritu de Don Giovanni inunda el Festival de Aix-en-Provence

Crítica de ópèra 'Don Giovanni' Música Wolfgang Amadeus Mozart Libreto Lorenzo Da Ponte Dirección musical Sjr Simon Rattle Puesta en escena Robert Icke Escenografía Hildegard Bechtler Vestuario Annemarie Woods Iluminación James Farncombe Coreografía Ann Yee Video Tal Yarden Intérpretes Andrè Schuen (Don Giovanni), Krzysztof Bączyk (Leporello), Golda Schultz (Donna Anna), Magdalena Kožená (Donna Elvira), Amitai Pati (Don Ottavio), Clive Bayley (el Comendador), Madison Nonoa (Zerlina), Paweł Horodyski (Masetto), Coro de Cámara de Filarmónica de Estonia, Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera. Lugar Grand Théâtre de Provence, Aix-en-Provence, Francia 4El Festival de Aix-en-Provence ha inaugurado su edición 2025, la setenta y siete de todas las celebradas, volviendo sobre uno de sus títulos fetiche. La ópera ' Don Giovanni ' de Da Ponte / Mozart es una vieja conocida desde la primera producción de 1949, dirigida musicalmente por Hans Robaud y en escena por Jean Meyer sobre decorados del famoso diseñador ucraniano Cassandre , padre del cartel moderno y más popular como creador del logotipo de Yves Saint Laurent . El espacio románticamente trágico que la tradición centroeuropea había impuesto como prototipo escenográfico del título giró entonces hacia un teatro más popular y cercano a la 'commedia d'arte', lo que significaba incorporar cambios de perspectiva que el tiempo ha ido agrandando. En 2017, el festival promovió una exposición en la que se recopilaba su particular relación con ' Don Giovanni' , aún viva y abierta a propuesta muy diversas, como ha demostrado la producción inaugural de este año dirigida en lo musical Sir Simon Rattle y en lo escénico por el joven e impactante director británico Robert Icke . En el amplio y gratuito programa de mano que Aix-en-Provence distribuye entre los espectadores, modelo que bien podría imitar alguno de nuestros teatros de referencia, se incluye una amplia entrevista a Rattle en la que se deslizan ideas sobre la obra con consecuencias inmediatas en el escenario. Quizá sin pretenderlo, Rattle adquiere la condición de patriarca de un proyecto sujeto a las consecuencias derivadas del estudio y la experiencia, y que hoy pueden, muy bien, ser un ejemplo sustantivo lo que podría definirse como una visión contemporánea y posmoderna, ajena a cualquier fundamentalismo estilístico o estético. Sobre Rattle recae gran parte de la responsabilidad de esta producción, cuyo cimiento es la fortaleza musical que emana del foso en colaboración con la no menos poderosa Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera , de la que es titular el director británico y también alemán desde que el Brexit le situara en una posición crítica con su país natal. Hay en la versión dosis importantes de conocimiento filológico, de verosimilitud, pero mucho más de transcripción emocional. Ver a Rattle dirigir, observar su expresión facial, si es que se tiene la suerte de hacerlo, es toda una declaración de intenciones con correspondencia inmediata en el desarrollo instrumental. Rattle es el hacedor musical de la obra, el configurador del drama (y de sus devaneos 'giocosos') con sentido final en la propia escenificación. Lo más obvio está en los recitativos, adaptados a 'una forma elevada de hablar', tal y como Rattle recuerda a propósito de la carta que Leopold envío a su hijo después de que este se sorprendiera sobre la interpretación que se les daba en Múnich con ' Idomeneo '. Lo escuchado en el Grand Théâtre de Provence , con su etérea consistencia apenas apoyada por el clave, su reconfiguración textual y su impecable capacidad de fusión fortalecen la continuidad de la propuesta y el sentido contemporáneo (digno del siglo XXI) en el que esta se inscribe.La presencia de Rattle se difunde con sentido expansivo y afecta a la flotación del propio reparto que, más allá de sus estrictas singularidades, navega con un rumbo común. A él se entrega el talento mozartiano de Andrè Schuen plegándose sin discusión al proyecto general. La muy reciente grabación 'Mozart' en la que Schuen se presenta con la Orquesta del Mozarteum de Salzburgo dirigida por Roberto González-Monjas , ofrece una visión de su música matizadamente diversa a la que se escucha en Aix. Schuen es fiel a un Don Giovanni que saborea el texto, que lo dice con intención, penetrando en sus muchas inflexiones. La vocalidad de reminiscencias 'liederisticas', lo que significa ser fiel a un género que Schuen defiende con extraordinaria convicción, lleva hasta un Don Giovanni que rompe la pantalla del pérfido para adentrarse en la del perverso: la mezcla de agresor sexual y enfermo mental que construye Robert Icke. El trabajo físico que Schuen hace, a tenor de la producción, es formidablemente agotador, y aún así canta con desparpajo y autoridad, en la corbata del escenario y a telón bajado, ' Fin ch'han dal vino ', como emula con sibilina agógica y penetración la serenata. Vencer el contraste entre estos dos extremos es una de las dificultades de personaje, siempre ambiguo en la configuración vocal cuando se le compara con Leporello.Tres imágenes del 'Don Giovanni' Monika RittershausDe hecho, en la grabación que se ha citado, Schuen aborda también el aria del catálogo sin mayores contradicciones, en una clara demostración de ambivalencia tímbrica de los personajes. Pero en Aix, la personalidad de cada uno es diversa. Leporello se convierte en voz de la conciencia de Don Giovanni y tiene en el polaco Krzysztof Bączyk a un cantante rotundo, un punto más profundo en el color que el protagonista, prominente, más corpulento que el ya de por sí alto Schuen. Al él se debe el dibujo de un personaje esencialmente crítico con su amo y, en el fondo, satélite en un universo de carácter fantasmagórico en el que los planos de percepción mental se superponen. La pasarela de modelos que acompaña al aria del catálogo es uno de ellos, quizá el más cómico de cuantos se reconstruyen en un espacio escenográfico que rompe la obviedad aparente. Icke debuta en Aix-en Provence tras ganar prestigio con sólidas adaptaciones del repertorio dramático clásico en la que ha facilitado nuevas consideraciones sobre la interpretación de los mitos: seres de carne y hueso, pero también reencarnaciones de una sicología compleja. Las preguntas iniciales se resumen en una sola: '¿Podrían ser Don Giovanni y el Comendador dos caras, o dos épocas de un mismo personaje?'. La respuesta se da a poco de comenzar la obra con el Comendador situado en un salón ubicado en una estancia superior entre los distintos compartimentos diseñados por la escenógrafa Hildegard Bechtler y cuyo descenso a un sótano particularmente lóbrego se realiza por una gran escalera central. La música de un tocadiscos fija al personaje que de inmediato sufre un ataque y cae al suelo. Los recuerdos, los miedos, los fantasmas de viejas experiencias van a surgir en la estricta representación y en la superposición de imágenes en video a las que Icke es especialmente aficionado. Don Giovanni existe como reconstrucción mental del Comendador, quien en estado inconsciente y 'flashback' reconstruirá su poco edificante vida.En este sentido el trabajo de Icke es definitivamente esclarecedor, si bien se enfrenta a algo que Rattle expresa con claridad: «Vivimos en un mundo imperfecto y esta ópera es una especie de espejo divino de esa imperfección'» La dificultad de ' Don Giovanni ' es esencial porque en sí misma es una obra que superpone percepciones diversas y no siempre coherentes. Por ello la primera parte, que es mucho más horizontal en su continuidad, se materializa mejor en el trabajo de Icke quien llega a la fiesta en casa de Don Giovanni consiguiendo escalar peldaños cada vez más arriesgados en un constante transitar por ambos lados del espejo. La segunda parte es, por el contrario, más confusa, pues choca con la propia obra al explicar con dificultad algunos trucos esencialmente teatrales como el cambio de papeles entre el protagonista y Leporello, o la rotunda escena con el Comendador cuya adrenalina no alcanza niveles previos. Aquí es donde Don Giovanni se funde con el Comendador desapareciendo de la escena mediante un truco muy bien realizado, lo que permite volver a la realidad para ver finalmente a este a morir en la cama de una UCI. La propuesta de Icke es imperfecta y así estaba previsto, pero es intelectualmente penetrante (desconcertante debería decirse a tenor de los abucheos que se escucharon en los saludos finales), visualmente 'narcótica' y escénicamente demostrativa de un talento muy sólido que se proyecta extraordinariamente bien en el trabajo actoral de cualquiera de los intérpretes. Entre los femeninos está la sudafricana Golda Schultz , quien logra una buena cantidad de aplausos con el rondó 'Non mi dir', de Donna, Anna. El personaje es particularmente interesante pues con él cohabita una niña, posiblemente recuerdo de infancia y de un maltrato sexual que Don Giovanni exterioriza cuando acaricia su cabello. La referencia tiene interés y devuelve lo escrito por Lorenzo da Ponte en sus memorias cuando cuenta que estaba escribiendo simultáneamente para Mozart, Martín y Soler , y Salieri , junto a una botella de Tokay, tabaco de Sevilla y las atenciones ocasionales de una joven de dieciséis años que aparecía a golpe de campanilla, que él solía tocar con frecuencia. Entre alcohol, tabaco, café, campanilla y musa escribió las dos primeras escenas de 'Don Giovanni'. Muy distinta es la pasional, dramática y radical Donna Elvira que Magdalena Kozená construye como proceso en una carrera que se sitúa ahora en un ámbito más dramático. La habilidad para asegurar las agilidades y la escasez en el registro grave se suman en el aria 'Mi tradì quell'alma ingrata', también en la corbata y a telón bajado, con una fuerza poderosa. Los aplausos lo confirmaron. El contrapunto está en la Zerlina de la neozelandesa Madison Nonoa , que canta con encanto, muy bien expuesto el contraste entre lo aniñado y lo violento, a partir de una naturaleza sibilina que defiende con voz comedida, con claridad en el agudo y menos relevancia abajo. Podría mirarse al samoano Amitai Pati como Don Ottavio, pues con él se justifica el uso de la versión de Praga con incursiones en la de Viena. De ahí, el aria 'Dalla sua pace', dicha con gusto, la voz algo trasera, pero de importante 'fiato' y, sobre todo bien apoyada en una flexibilidad que justifica muchas de las originalidades de la versión dirigida por Rattle. La voz timbrada y bien posicionada del Masetto del polaco Paweł Horodyski tiene en Aix una particular importancia pues, junto con otros intérpretes del reparto, se asocia a los antiguos alumnos de la academia de un festival que cuida y mucho la cantera y cuya historia también es parte esencial de su personalidad.Noticia Relacionada Tras los pasos de .... estandar Si Cézanne y el encanto provenzal de Aix-en-Provence JAVIER CARRIÓNEste 'Don Giovanni' es la octava producción que se hace desde 1949. Su diseño se debe al director Pierre Audi , fallecido el 3 de mayo y a quien esta edición recuerda muy especialmente. Su presencia ha sido determinante pues, con él, el festival de Aix-en-Provence ha adquirido una dimensión poderosa que ha reconocido el premio Birgit Nilsson 2025. Pero hay algo más: la relación de 'Don Giovanni', más claramente, de Mozart con Aix ha adquirido, por fin, una personalidad evidente. Con todas las pegas que se quieran conceder a la producción de Icke/Rattle (los méritos son con diferencia muchísimos más), lo que ahora se ve en Aix sobrevuela con una calidad extraordinaria. Pierre Audi, hombre de teatro con una visión verdaderamente cosmopolita, rompió el maleficio de tantos 'mozarts' que le precedieron en los años anteriores, y en los que la torpeza, el chovinismo y la poca fiabilidad se dieron la mano. El festival que deja es hoy un lugar de referencia incuestionable en el universo musical y operístico en el que vivimos.

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