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La Mala Rodríguez: «Vine a Madrid sin un duro y dormí en el metro hasta que se publicó ‘Lujo ibérico’»

Asegura María Rodríguez (Jerez de la Frontera, 1979) que no ha leído ninguno de los artículos que han escrito sobre ella en su ya dilatada carrera. ¿Por qué? «Siempre he estado muy ocupada», responde algo desconfiada y un poco seria desde su casa en Barcelona. A pesar de ello, le enseño a través de la cámara del ordenador la primera entrevista que le hizo ABC pocos meses después de publicar su primer disco, 'Lujo ibérico' (2000), y reacciona con cierta sorpresa ante la fotografía de aquella rapera adolescente que cambió el panorama de la música urbana en los primeros pasos del siglo XXI. Aquella primera Mala Rodríguez llevaba sudadera, pantalón de chándal, plumas sin mangas, botas Salomon más propias de la gente que escuchaba bakalao –no hip hop– y lucía una sonrisa radiante, como si estuviera tramando algo grande. «Llevo en este rollo los suficientes años como para que ahora me confundan con una lolaila, ¿sabes?», se defendía la joven artista sobre un debut «sin pretensiones, sin saber casi lo que quería hacer», pero que se convirtió en uno de los álbumes del año y de la década. El mismo que este año ha homenajeado en una extensa gira por toda España y que ahora llega como uno de los platos fuertes de La Mar de Músicas , el festival de Cartagena, antes de llegar a Madrid (16 de octubre) y Barcelona (26) y dar el salto ese mismo mes a Latinoamérica. 'Lujo ibérico' se convirtió muy pronto en disco de oro y logró romper el techo de cristal que separaba al aficionado del rap del público generalista. Once temas en los que «toda esa loquera del hip hop extranjero pasó por el filtro de Sevilla, Cádiz o Granada», explica ahora la Premio Nacional de las Músicas Actuales 2019. Ella siempre tuvo clara esa idea, que ya esgrimía con ímpetu en su primer encuentro con este diario: «¡Ya era hora de que dejáramos de imitar al rap norteamericano! Puede que hayamos perdido tiempo en dejar claro que somos raperos, cuando yo lo doy por hecho».Noticia Relacionada estandar Si Natos y Waor: «El del Metropolitano será nuestro único concierto de 2025 y pararemos» Israel Viana El dúo anunció anoche por sorpresa en el WiZink Center que su última actuación antes de un parón por tiempo indefinido será en el estadio del Atlético de Madrid. Un secreto que Fernando y Gonzalo confiaron a ABC días antes, mientras recorríamos el barrio de Aluche, donde iniciaron su conquista de la cumbre del rap desde la absoluta independencia—¿Qué es lo que le molestaba en esa primera entrevista?—Que yo estaba haciendo rap y no flamenquito, como decían algunos medios. En realidad, siempre he querido escribir mis propias rimas y rapear, hacer algo propio y compartir mi visión del mundo siendo siempre muy consciente de lo que decía. No quería cantar las canciones de otros. En definitiva, ser un MC. Para mí eso siempre fue una diferencia muy importante. —Ha contado en alguna ocasión que empezó a escribir rimas con solo siete años, porque su madre apenas estaba en casa por su trabajo y era su vía de escape. Y, además, logró su objetivo sola, sin que nadie de su familia se dedicara a la música.—La verdad es que siempre pienso que lo que he conseguido en la música es un milagro, pues nunca tuve padrinos ni madrinas. He construido mi carrera yo solita y, además, sin dejar de lado otras cosas que para mí eran importantes, como ser madre. Eso es muy difícil… ¡Mucho! He tenido una carrera muy larga y me siento muy afortunada, porque elegí mi camino y he logrado recorrerlo haciendo siempre lo que he querido. Siempre que pienso en eso… ¡Guau! —Y lo hizo en una escena como el rap que, en ese momento, estaba absolutamente dominada por los hombres.—Así es. Venimos de un cambio generacional muy bestia en España, donde a muchas madres les ha costado tener independencia. Por eso yo siento que en mi vida se ha producido una especie de 'glitch', porque mi madre era como mi hermana, me tuvo muy joven, con 17 años, aunque mi abuela sí ejerciera de madre con ella. Con esto quiero decir que no me puso muchos límites. Me crió en total libertad y me apoyó mucho, como si las dos estuviéramos buscándonos la vida juntas. Al llevarnos tan pocos años, ella flipaba con la música que yo hacía y me decía: «Hija, que nadie te pare, tú tienes mucho dentro». Ha sido muy importante para mí, he tenido mucha suerte. —Eso también es algo generacional.—Yo creo que sí. Para mí es clave tener el apoyo de tus padres. El otro día, por ejemplo, Mariló Montero comentó que su madre y ella nunca se habían dicho «te quiero». Eso es algo que a mí no me entra en la cabeza, porque en mi familia todo el mundo se besa y se abraza mucho, aunque soy consciente de que, efectivamente, es algo generacional. La España de nuestros abuelos se callaba mucho los sentimientos… ¡Esos hombres eran puro silencio! Señores que no han sido capaces de decir «te quiero» en su vida. —Es curioso, porque en aquella época se solía criticar al flamenco, al que usted siempre ha estado asociada de alguna manera. Se decía que era un mundo muy conservador y resulta que había más cantaoras que raperas.—Eso es cierto, pero las letras no las escribían esas cantaoras. Eso es algo muy importante que debes destacar. Es como las actrices en el cine, a las que daban papeles importantes, pero… ¿quién escribía el guión? Para mí lo importante es contar mi historia y contarla yo. Soy la que hablo y cuento lo que quiero. Es muy guay que haya gente que luego se sienta reflejada en mí, porque no estoy interpretando un papel que me ha otorgado un hombre. Y es cierto que hay muchas mujeres en el flamenco, pero también que, históricamente, muchas de ellas únicamente podían elegir entre el flamenco o la casa. —¿Cuáles son los últimos discos de rap y de flamenco que ha escuchado?—El último disco de rap ha sido uno de J.I.D. [artista estadounidense nacido en Atlanta, Georgia, en 1989] y de flamenco, el último de Israel Fernández, que lo tengo quemado. —¿Se vino a Madrid muy joven y sin un duro para cumplir su sueño?—Así es, sin nada. —¿Cuánto tiempo podría haber permanecido en la capital si 'Lujo ibérico' no hubiera sido un éxito?—Nada. Realmente no podía estar en Madrid. De hecho, muchos días dormía en el metro, en la Línea 6… ¡bastantes días! [se le escapa media sonrisa]. A veces tenía la suerte de quedarme en casa de algún conocido. En fin… no sé. Estuve sobreviviendo así desde mayo de 2000 hasta que salió el disco en octubre. Justo antes de publicarse, me dieron algo de dinero por la cagada del año al vender… ¿cómo se llama?... los derechos de autor de mis canciones. Con eso tiré un tiempo, porque no tenía absolutamente nada ahorrado. —Antes de eso ya tuvo problemas con el EP que salió antes del disco, hasta el punto de que se llegaron a imprimir dos portadas diferentes en dos compañías distintas. No ha sido un camino de rosas…—No, porque firmé un contrato con una persona de la que ya ni siquiera recuerdo el nombre. Esa persona se lo vendió a Zona Bruta y este sello, a su vez, a Sergio Aguilar, de la discográfica Yo Gano, quien hizo lo mismo con Universal.—¿Nunca pudo recuperar esos derechos?—No, porque el contrato discográfico fue pasando de mano en mano. De eso iba la canción 'Tambalea' [de 'Lujo ibérico'], porque se movían muchos millones y yo no veía ninguno. Cuando acepté ese adelanto para tirar unos meses fue una cagada. No fue un buen trato. Hoy en día tampoco es que se hagan mejores en la industria discográfica. Si tuviera que explicarle a una artista joven que empiece ahora su carrera, sería eso. Yo tuve que aprender por las malas bastante pronto. Me di cuenta del error cuando ya estaba completamente atrapada. De hecho, me ha costado un montón de años ser libre, no lo he conseguido hasta hace poco. —¿A qué se refiere?—A que hasta hace poco he estado peleando por mi libertad, para estar libre de la presión que ejercen las discográficas cuando no vas por donde ellas quieren. Por eso admiro a todos esos artistas actuales que han construido su carrera sin ir detrás de discográficas. De todas formas, aunque haya sufrido a veces, le doy gracias a Dios porque he hecho una carrera muy bonita. —¿Qué significó para usted 'Lujo ibérico' más allá del dinero?—El dinero no me importa nada, porque siempre he tenido la convicción de que nunca me faltaría para tener lo poco que necesito. Es cierto que pude comprarle a mi madre una casa y un coche, pero la música para mí no es eso. Para mí 'Lujo ibérico' significó crecer como persona, conocerme a mí misma. Una oportunidad muy grande de mirarme en el espejo y pensar: 'Vale, esta soy yo. ¿Qué voy a hacer con mi vida y a dónde voy?'. La música es un camino que los artistas escogen y es muy guay.—¿Le cambió todo ese dinero que le entró, de repente, con la venta del disco?—Nada. En realidad siempre quise una vida sencilla. Nunca me ha dado la paranoia de querer tener muchas cosas. Me crié con muy poco y a día de hoy sigo valorando las cosas pequeñas, lo que de verdad es importante. Y sigo haciendo música, que es lo que me hace feliz. —¿No se siente extraña al interpretar las rimas de 'Lujo ibérico' que escribió con 19 años?—¡Para nada! Me siento conectada con la María de 7 años y la de 19. Me identifico muchísimo con esas letras. No creo que sea inmadurez, soy muy consciente de ello y me encanta. Me da mucha pena la gente que, de repente, ¡zas!, cambia al gris y se olvida de que ha sido niña o adolescente, la gente que pierde esa capacidad de conectar con sus yoes del pasado. Yo soy muy consciente de lo que he vivido todo el rato. —'Lujo ibérico' también abrió camino en lo que respecta a la música, de la misma manera que años antes lo habían hecho otros grupos como Veneno o Pata Negra con el rock y el blues.—Creo que fue un antes y un después, porque no era lo que se esperaba de una rapera. No eran los típicos sonidos del rap de Nueva York o el 'ego trip' que se solía hacer, eran historias muy personales. Con respecto a la música no fui consciente al principio, me di cuenta más tarde. De hecho, me encantaba Triana y creo que es un poco la misma vaina. El rock pasado por Andalucía, pero en mi caso el rap. ¡Andalucía es muy rica! Hay una riqueza cultural tremenda gracias a los fenicios, los tartesos, los romanos y todas las civilizaciones tremendas que pasaron por allí. Por eso los andaluces son universales.

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