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La soprano Pilar Alva-Martín defiende la voz del maestro Juan-Alfonso García en el Festival de Granada

La renacentista Casa de los Tiros de Granada acoge hasta el 7 de septiembre una exposición dedicada al músico Juan-Alfonso García (1935-2015) en el décimo aniversario de su muerte, personaje esencial en la consolidación cultural y contemporánea de la ciudad, más allá de los nombres icónicos que habitualmente le sirven de estandarte. García nació en Extremadura, pero se instaló pronto en la capital andaluza. Convertido en sacerdote, ejerció como maestro de capilla de la catedral formando parte de ese escaso grupo de religiosos que creyeron en la música como parte nuclear de la liturgia católica y que la defendieron bajo principios de calidad que nada tienen que ver con la vulgaridad acústica que ha terminado por invadir el templo con el mismo descaro que los mercaderes lo convirtieron en cueva de ladrones.Un resumen acelerado de su trayectoria profesional explica que escribió más de medio millar de obras muy centradas en la voz y en el órgano, con incursiones en el repertorio de cámara, el piano y lo orquestal. La ambición estética y el afán de superación le llevó a trascender principios estrictamente tradicionales, accediendo a lenguajes más expresivamente modernos, en su caso con una muy interesante extensión hacia el ámbito profano. Este detalle es revelador, pues explica su fama como maestro de compositores en una amplia horquilla temporal que va desde José García Román, que este año celebra su 80º cumpleaños; a Francisco Guerrero, fallecido en 1997, Manuel Hidalgo y, el más joven, José María Sánchez Verdú, de 1968: todos ellos implicados en el desarrollo de una música escritas con ambición contemporánea.La exposición granadina retrata a un compositor culto, de sólida formación, curioso ante el mundo, pero también encerrado en su atalaya granadina, porque ante todo, Juan-Alfonso García antepuso la responsabilidad a la estricta promoción individual. En su ejemplo se rastrea la tradición de los viejos maestros de capilla para quienes la cátedra era sinónimo de taller. La 'bottega' italiana o las academias españolas, configuradas como 'congregación de estudiosos' son casos que, trasladados al ámbito musical, ayudan a entender la labor de Juan-Alfonso García y su significación en la sociedad granadina de la época.Noticia Relacionada estandar No Ivan Fisher: el hombre tranquilo que sacude a Mahler Alberto González LapuenteLuego está el perfil personal que traza la minuciosidad gráfica de sus manuscritos, sobre los que volcaba borradores de cartas y partituras; la reveladora colección de escritos musicales que analizan fenómenos muy distintos ya sea Correa de Arauxo y su 'Facultad orgánica' o a Stravinski ; o su propia creación con base en dos partituras esenciales: el «Cantico espiritual» (1989), oratorio a partir de san Juan de la Cruz, y 'Paraíso cerrado' (1981), sobre el granadino Soto de Rojas, encargo del Festival de Granada , donde se estrenó con dirección musical de Cristóbal Halffter. La exposición 'Juan-Alfonso García y la Nueva Música en Granada' está comisariada por el musicólogo Reynaldo Fernández Manzano, otro alumno de García, por Cecilia García-Nieto y por Pilar García Martín, a quienes se debe el cuidado, estudio y promoción del legado actualmente depositado en el Centro de Documentación Musical de Andalucía.Numen Ensemble Desde la Casa de los Tiros, la obra de Juan-Alfonso García tiene eco en varios conciertos del Festival de Granada, del que fue director entre 1976 y 1978, proponiendo también estrenos e interpretaciones de obras de sus alumnos. Es el caso del conjunto Numen Ensemble que ha grabado su música coral; del Trío Arbós reflexionando sobre el magisterio de García; de un conjunto de solistas de la Orquesta Ciudad de Granada que, dirigidos por Nacho de Paz, relacionan la obra de Ravel , Boulez y Berio con un estreno de José García Román como homenaje en su ochenta cumpleaños; además del guiño de Michel y Yasuko Bouvard en su recital organístico y las obras incorporadas en los conciertos de la Orquesta Ciudad de Granada y Juanjo Mena, la Barroca de Sevilla con Ignacio Ramal, y la Academia Barroca del Festival de Granada dirigida por Carlos Mena.Entre todos ellos surge el recital de la soprano Pilar Alva-Martín con el pianista Stefano Arena en referencia a la canción, sin duda una de las partes más reveladoras del catálogo de Juan-Alfonso García. Lector impenitente de poesía, hay una curiosa admiración por los autores andaluces y, más aún, por los granadinos. Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Lorca, Luis y su sobrino Gerardo Rosales, Juan Gutiérrez Padial y Rafael Guillén dan forma a los 'ocho lieder', ilustrativos de una vena melódica de poderoso vuelo lírico y ejemplo de un encuentro estético en el que se funde lo tradicional y lo expansivo. «Fuego y sentimiento», sobre Jiménez, caminando desde lo inmaterial a la estricta evanescencia, mostró claramente la calidad pianística de Arena y la muy sólida preparación de Alva-Martín. El recital partía del gesto y la dramatización, muy evidente en 'Aprendiendo a ser hombre' sobre Luis Rosales, incluso ante la atmósfera religiosa de 'Río anónimo' sobre Gutiérrez Padial. En este sentido, la sutil manera en la que se unió el segundo de los 'Tres movimientos de danza' para piano solo con la temprana canción andaluza, 'Tus ojillos negros', de Manuel de Falla, vino a revelar modelos que García aprendió de Valentín Ruiz-Aznar, su maestro clérigo e íntimo del compositor de 'Atlántida'. Fuera de programa, en respuesta al aplauso de todos los espectadores puestos en pie, Alva-Martín y Arena recordaron las 'Canciones españolas' de Ruiz-Aznar.Pero antes se había escuchado a Alva-Martín apareciendo desde el fondo de la sala mientras exclamaba 'Gritando su dolor', que Juan-Alfonso García escribió sobre Gutiérrez Padial y Gerardo Rosales. Tras una breve pausa se impuso la música de Manuel de Falla y de Joaquín Turina, con la 'Andaluza', las poco divulgadas y algo convencionales 'Canciones de María Lejárraga' y la 'Trois mélodies', al margen del más estereotipado 'Poema en forma de canciones' del autor sevillano. El calado racial, enfatizado por el mantón sobre los hombros o el clavel lanzado desde el escenario, vino a añadir una nota de carácter al tiempo que rubricó la rotunda actuación de dos intérpretes inteligentes y comprometidos, cuya presentación en el Festival de Granada es ya un espacio de referencia en sus carreras. El ciclo 'Juan-Alfonso García y la Nueva Música en Granada' se postula como un hecho diferencial del Festival de Granada de este año, pero es, ante todo, el reconocimiento vivo al legado artístico de un autor que fue mucho más que un maestro de compositores.

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